Nuestra Historia
En Chile, el año 1996, se quitaron la vida de manera voluntaria, 812 hombres y 166 mujeres. 19 muertes ocurrieron en la ciudad de La Serena: 17 hombres, 2 mujeres. De esas dos mujeres, una era mi hermana, Nancy.
Para el Instituto Nacional de Estadísticas constituye un dato más dentro de su anuario y es una de las tantas autopsias practicadas ese año por el Servicio Médico Legal.
Cuando esto ocurrió, yo tenía 21 años recién cumplidos, me sentí enferma, ¡en unas semanas bajé diez kilos!; el dolor no era solo psicológico, se extendía a través del cuerpo y del espíritu. Abarcaba el pasado, el presente y el futuro.
Lo más curioso fue intuir que con su decisión me condenaba a la vida. Por lo tanto, de algún modo, pasé a ser una suicida frustrada.
En un instante en que surgían más interrogantes que respuestas en torno al suicidio, sin dinero, deambulé buscando ayuda:
-
En el consultorio de una prestigiosa universidad, un practicante de psicología, con buenas intenciones, pero tan joven e inexperto como yo, intentó darme las herramientas para algo que él había leído solo en los libros.
-
Una psicóloga con vasta experiencia emitió su juicio “tu hermana estaba enferma”, ¿Es posible en tan solo cuatro palabras resumir una vida?.
-
Me sugirieron visitar a una terapeuta cuya cálida bienvenida fue “¡deja a los muertos con los muertos!”, cerrando de plano cualquier diálogo con ella (y de ella).
-
Cansada y triste llegué a la puerta de una amiga y ésta aconsejó “basta ya de lamentarte”, nos distanciamos.
Luego de este periplo que resumo en apenas unas líneas, renuncié a buscar afuera y guardé silencio.
Definitivamente, estos eventos, no favorecen la comprensión de lo acontecido, lo vivido, lo significado y lo simbolizado en este acto, como si tuviéramos que confortarnos con las versiones que otros hacen de nuestra experiencia.
Pero justamente este evento traumático fue el que incubó en mí la necesidad de acompañar a otras personas que estaban viviendo el duelo por suicidio. Postergué formalizar este proyecto por más de una década, esperando que las condiciones fueran las ideales (ahora se que no existe el escenario ideal), por lo que dejé de juntar excusas y es así como en el año 2016 nace “Haces Falta” y el año 2019 se convierte en Fundación.
Como ven, se trata de un proyecto muy anhelado y personal, que nació de la muerte, que día a día, ha ido sumando nuevas voces, testimonios, experiencias, consejeros y voluntarios.
No me queda más que extender la invitación a acompañarnos en este extraordinario viaje, en la forma en que cada uno pueda, sepa y quiera.
El poeta Walt Whitman, escribió:
"Cada uno que pasa es tenido en cuenta, cada uno que se detiene es tenido en cuenta, absolutamente nadie puede faltar."
Tú también, haces falta.
Afectuosamente,
Nadia Córdova
Directora
Fundación Haces Falta